Los poderes de papá hacen las sábanas volar, en eso pienso cuando veo esta imagen.
Qué niño no celebra ser arropado, enredarse entre las sábanas mientras se doblan en el aire. Pasearse por casa como fantasma hasta arrancar algún susto de mamá que bien acompañará con sus carcajadas. O jugar a desaparecer para dar luego la gran sorpresa de su presencia, gran hazaña de la existencia.
Son tantas las escenas. A ellas quedan adheridas las risas, las caricias, se anidan una a una en el cuerpo fundando identidad y memoria.
Eso es el amor, el lugar al que se vuelve para sentirse vivo.
En la sesión terapéutica esta memoria se desenfada. Es un niño o niña el que asiste para ser escuchado, para encontrar sentido, para recibir acompañamiento mientras se navegan las posibilidades y se toman las decisiones.
La sábana estará allí como registro de esperanza, de alegría, para surcar los caminos más intrincados con la certeza que pase lo que pase allí en el amor se puede estar.
La fotografía es del autor que se indica en el post ¿No es maravillosa?
