Partir a nuevas tierras plantea un movimiento corporal y emocional cuyo punto de inicio es la separación.

Se trata de procesos atravesados por la incertidumbre que exige desmontar el lugar conocido a cambio de restaurar, donde se pueda y quiera, un nuevo hogar. 

El viaje que se emprende plantea cambiar lo conocido por lo desconocido.

Todo motivo de arraigo es postergado por el deseo de mejorar en el ámbito donde más falta. Este movimiento tiene una capacidad muy alta de desorganización de lo mental y lo emocional y el trabajo de reintegrar y unir las partes trae alivio, reaviva la motivación, devuelve el aliento.