Las frutitas en la bolsa. La mirada.
Las manitas apretando las asas de la bolsa. ¡La bolsa!
La mano que pone frutas, las deja caer para que puedan reunirse, guardarse ahí para más tarde.
El rostro del niño, atrás.
Ese gesto,
cierta composición
de tensiones.
Se agarra, se aprieta, se cae.
La fruta junto a las otras.
Porque será manjar a la orilla del mar. Porque será pulpa mientras el viento pasa de aquí para allá en el columpiar, la hamaca.
Y tiempo es lo que no hay, ya no más.
Y convendrá esperar, apretar un poco más la incomodidad porque del gajo, chispa.
La fotografía es de Irmina Walczak.
El texto es mi lectura instantánea.
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