El consumo de medios en la actualidad no tiene nada que ver con el que nos ocupaba hace una década.
Las pantallas, dispositivos, contenidos y conexiones configuran un sistema que podemos habitar. Por ahora es manipulado con nuestras manos y quizás un día la recuperemos pero mientras un sin fin de interacciones participan en la organización profesional, laboral, financiera, política, cultural y afectiva de los individuos de este tiempo. Lo que se consume a través de las pantallas no está actualmente fiscalizado, todos (los que tienen internet y dispositivo) tienen acceso. Protegerse de lo que desde allí adversa el orden ético es enfrentado con los límites que la comunidad familiar, escolar logra poner. Pero en realidad se trata de un nuevo espacio de gratificaciones, de intercambio, de modelado. También da acceso a recursos, textos, un sin fin de contenidos con enorme capacidad de habilitar competencias en innumerables campos. ¿Y saben que parece ausentarse en esta breve descripción? Y pienso en los límites.
En eso pienso. A los padres y maestros les preocupa este caos. ¿Es mala la #tecnología? ¿Las pantallas? ¿Las apps? ¿Qué cosa se debe restringir? ¿Quién o qué es el malo, el enemigo? ¿Es peor si se restringe?
No se sabe cómo distribuir las culpas, las responsabilidades. En realidad se trata de algo muy nuevo, podemos usarlos pero no todos la piloteamos.