Los cuidados maternos resultan esenciales, el pequeño no sabrá qué hacer con el frío si un otro no facilita el abrigo y asiente con esta acción la presencia de una necesidad. El niño, gracias a este proceso, introyecta esta madre. Hacerla parte del sí mismo refiere a su capacidad de atenderse, bien quererse. Pasa que aún en la adultez no resulta tan fácil proveerse de los cuidados necesarios. Y siendo tan común ¿cómo es ello posible? Y pasa un poco que durante el crecimiento pueden suscitarse experiencias traumáticas pero también puede pasar que el déficit de los propios cuidadores generen carencias fundamentales. La insuficiencia de diferentes recursos realmente pueden comprometer la vida del pequeño y esto vale para lo que se refiere alimentación y salud pero también para las necesidades emocionales, afectivas o aspectos asociados a la integración a lo social y lo cultural.
Saber qué quieren, qué necesitan, nuestros hijos en cada etapa de su crecimiento es una actividad compleja y suele dificultarse si sumamos el entorno. Subestimar a nuestros hijos puede hablar de nuestras propias carencias. Busque el apoyo de un especialista, la experiencia de la maternidad y la paternidad, la crianza, puede ser una experiencia refundante para el grupo familiar.
