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¿Yo? Yo no necesito psicoterapia

Lo que se quiere es cosa de cada quien y quién puede saberlo mejor que el propio deseante.

Sobre tal afirmación parece que descansa la siguiente ilusión: que el deseo es tan sólo una inquietud que forma parte de la conciencia y por ende de la voluntad y por ello es posible conducir, direccionar.

Pero luego barreras de todo tipo se interponen en el trayecto hacia los objetivos y tras el fracaso se encuentra un lugarcito para descargar la frustración y tomar fuerzas pero ahora con la marca, la herida de la imposibilidad.

Esas barreras traen noticias que de tener la oportunidad de leerlas desde otros puntos de vista es posible que algo más de usted mismo pueda saber y aun cuando la terapia no promete curación, ni plena felicidad, permite cambios que lo pueden aproximar al bienestar. Y eso es posible que sea mucho más de lo que ofrece el cálido lugar donde se lamen las heridas.

La psicoterapia en la actualidad no es el castigo por no ser normal. Lo normal hoy en día más que afirmación se acompaña de interrogantes y eso puede ser una oportunidad de inclusión y quizás menos de aislamiento y segregación.

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