Luego de escuchar que le han llamado bruja los hijitos que tiene en casa y no le dio tiempo de mencionarles que ellos son un poquito monstruos también, lo más seguro es que quiera tomar el ascensor hasta el centro de la tierra.
Cuánta razón. Aún no pueden armar una frase con 5 palabras y ya saben toda la verdad.
Alrededor de la madre hay no un par de referencias sino una cultura. De ella la futura madre toma imágenes, ideas, propósitos y emprende su viaje heroico denominado maternidad. Ojo, y el padre también.
Con el día a día se entera entonces que no entendió nada, la culpa como un coscorrón intenta traerle de vuelta a los hechos. La criatura demanda cuidados intensivos y la madre demanda tiempo para dormir. Y ambos tienen razón.
La maternidad parece tratarse de un proceso muy largo y muy cambiante, la madre y los hijos en el camino pasan un montón de etapas (las propia de su crecimiento), cambian sus deseos, sus preferencias, generan nuevas costumbres y lidian con el contexto, las necesidades en lo laboral/escolar, del hogar, cultural y familiares, económicas, etc.
Se habla mucho que en tiempos anteriores quien criaba contaba con la ayuda de la madre, la abuela, las mujeres de la casa o de la vecindad y no sólo para sacar los gases al chico sino para incorporar experiencias, generar nuevos saberes e incuso dormir. Hoy en día las ciudades, los individuos y las relaciones han sufrido algunos cambios y la madre (o quien ejerza esa función) aun requerirá de apoyo justamente para aprender, para tolerar la frustración y hacer de la vinculación el lugar de contención necesario para dar paso al desarrollo psíquico y físico de los chiquitos.