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Acaso el amor, un imposible

El psicoanálisis ¿una oportunidad para aprender estar en pareja?

Tras la relación amorosa hay un mecanismo. En consulta con los pacientes, el sufrimiento por amor es la orilla de mayor acogida. El amor erótico, el amor materno, el amor en el matrimonio, el poliamor, el desamor y también el odio.

Los pacientes traen sus emociones y sus ideas intentando generar un saber sobre sí mismo que mitigue el dolor de la búsqueda, de la incertidumbre, de la cotidianidad.

Y si se tratara de un mecanismo ¿cuál sería su funcionamiento?

Si el amor es una situación que se crea entre las personas… ¿se pudiera pensar entonces que se trata de una puesta en escena, de una construcción, de una organización? Y desde este abordaje ¿es posible que los sujetos en juego ocupen, cedan y hereden lugares? ¿Desempeñen roles y funciones? ¿Generen acuerdos por reconocer y renunciar?

En el devenir de la situación amorosa se expresan conflictos y situaciones placenteras, es posible que en alguna medida se satisfagan los deseos. Es posible también que esta organización se plantee seguir unos ideales, que se movilicen tras ellos poniendo a prueba las circunstancias propias de la actualidad del sujeto y del contexto. Y en esta construcción que no se escapen las identidades que allí convergen. Cada integrante de la vinculación trae su experiencia de vida y junto a ella la mirada materna, el mandato paterno -o ausencia-, el rechazo, el abandono, la demanda, es decir, el legado emocional, ético, económico y político también.

Algo dice que después de los días del enamoramiento pasa algo más, una pareja se conforma y durante los días de la vida atraviesa dificultades difíciles de comprender. Las responsabilidades de tales inciertos se atribuyen a las personas, a las circunstancias, al pasado. Algo fuera de nosotros, ajeno, que corresponde extraer, medicar, castigar, confinar, acusar. Y luego de una larga secuencia de tortura medieval con intervalos Nueva Era terminamos en el diván, ya vencidos y dispuesto a prepararnos para vencer aprendiendo.

Luciano Lutereau para el diario argentino Página 12 se pregunta “¿Para qué sirve el psicoanálisis? Yo creo que para muchas cosas, pero hay una que, en particular, me parece importante: para aprender a estar en pareja.” Y continúa… “Muchas personas se quejan de que están solas, de que no encuentran con quien estar y, después, cuando se encuentran con alguien, no pueden sostener el vínculo. Pueden ponerse de novios, pero el noviazgo –ya lo decía Kierkegaard– es fácil: alcanza con que el otro te guste; un novio es para salir, ir a un lugar u otro, pero después regresar a uno mismo; una pareja, en cambio, es un “nosotros” al que volver, la capacidad de elegir con el otro, de incluirlo en las propias decisiones. Esto es lo que los analistas llamamos “castración”. Muchas personas están de novias durante años, o transitan varios noviazgos, sin estar nunca en pareja; lo mismo les pasa a personas que incluso se casan, porque el matrimonio tampoco implica vivir en pareja; muchas personas que viven juntas intercambian, negocian, organizan la agenda (hoy yo hago esto, vos mañana lo otro) y se olvidan del tiempo compartido, ese tiempo que no es de uno ni de otro, sino un tiempo que se parece mucho al de la infancia, al del juego que destituye el yo, al que se vuelve a partir de un olor, una mirada, una voz.”

+ sobre la propuesta de este psicoanalista

https://www.pagina12.com.ar/97178-la-pareja-en-psicoanalisis-nosotros-que-nos-odiamos-tanto

Ilustración de @tutehumor

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